miércoles, 14 de diciembre de 2011
Tecnópolis y partícula de Dios
Por fin en el mismo medio (La Nación) encuentro una posibilidad de hacer una comparación entre ciencia y técnica.
Tecnópolis es una muestra tecnológica de lo que pudo hacer el país en objetos de utilidad "practica."
El bosón de Higgs (es incorrecto llamarla de Dios a tenor del 2º mandamiento, no tomar el nombre de Dios en vano) no sirve para nada útil sino que es una búsqueda del pensamiento físico puro, una búsqueda de la verdad. Es cierto que la ciencia puede aplicarse, sin embargo notemos como ejemplos: desde que se descubrió la reacción química que daría por resultado la fotografía hasta la primera foto pasaron 104 años; desde el laser aplicado a la música hasta su aplicación (CD) pasaron 4 meses; desde la reacción nuclear de fusión hasta el reactor de fusión pasaron 70 años y seguimos esperando...La filosofía es más inutil que la física y por ello más amable por si misma.
El bien, el mal y lo adecuado
El bien, el mal y lo adecuado
Es muy común hablar del bien y del mal aunque un profesor universitario de 80 años me negó la existencia de ambos por ser un tema para chicos de 6 años. Las filosofías gnósticas también se apoyan en estos dos y sólo dos principios.
Del bien se deriva la virtud de la Caridad. No podemos definir el bien por ser un trascendental (en filosofía medieval); el mal, o privación del bien, engendra el odio. Es inadecuado intentar vivir por encima de nuestros recursos. Por ejemplo enviar al chico a un colegio extremadamente caro, o elegir un barrio donde el alquiler es demasiado alto para el sueldo, ir a comer al Jockey Club sin corbata. O que un presidente firme su asunción con una bic. Amén de la llamada movilidad social.
Atenerse a lo adecuado engendra la virtud de la Humildad cuyos excesos son la soberbia y la minus valoración.
Es muy común hablar del bien y del mal aunque un profesor universitario de 80 años me negó la existencia de ambos por ser un tema para chicos de 6 años. Las filosofías gnósticas también se apoyan en estos dos y sólo dos principios.
Del bien se deriva la virtud de la Caridad. No podemos definir el bien por ser un trascendental (en filosofía medieval); el mal, o privación del bien, engendra el odio. Es inadecuado intentar vivir por encima de nuestros recursos. Por ejemplo enviar al chico a un colegio extremadamente caro, o elegir un barrio donde el alquiler es demasiado alto para el sueldo, ir a comer al Jockey Club sin corbata. O que un presidente firme su asunción con una bic. Amén de la llamada movilidad social.
Atenerse a lo adecuado engendra la virtud de la Humildad cuyos excesos son la soberbia y la minus valoración.
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