miércoles, 20 de junio de 2007

FÍSICA Y RELIGIÓN EN PERSPECTIVA




JERZY A. JANIK nació en Lodz (Polonia). Es investigador del Instituto de Física Nuclear de Cracovia desde 19960. Graduado en Física y Matemática por la Universidad de Jagellonica de Cracovia y Doctor en Ciencias Físicas. Sus estudios comprenden el movimiento en la materia condensada, en particular en cristales líquidos y cristales plásticos. Es miembro de las Academias de Ciencias de Polonia y Noruega. El Profesor Janik organiza los seminarios periódicos “Ciencia-Religión-Historia” que tienen lugar cada dos años en Castelgandolfo. Se considera un físico experimental, aunque muchos de sus trabajos tienen un carácter teórico. Su pasión por la Historia y su interés por la Filosofía no son frecuentes entre los científicos. Gran conocedor de la realidad de los países del Este, su actividad científica le ha posibilitado un continuo trato con intelectuales de toda la geografía del Oriente europeo. En su conversación se entrevé su profunda y vieja amistad con Karol Wojtila.


Muchos físicos del siglo xx fueron llevados por la mecánica clásica a la creencia en el determinismo. Aunque la llegada de la mecánica cuántica invalidó los antiguos argumentos, la mentalidad mecanicista aún permanece. ¿Qué nuevos datos aporta la física actual a este importante problema?

-En el siglo XIX se pensaba que la física sólo añadía nuevos detalles a la ciencia, y que la arquitectura general del universo estaba completa. La ideología positivista de este período les hacía estar quizá demasiado orgullosos de sus logros.

En la física trabajamos bajo la influencia de paradigmas, es decir, creencias generalizadas entre los profesionales de la física, que nadie cuestiona. En la mecánica clásica se pensaba que la física newtoniana era estrictamente determinista. Recientemente hemos celebrado los 300 años de los Principia Mathematica. Durante 270 años creímos en el determinismo estricto de las ecuaciones newtonianas. Ahora asistimos al abandono de estos paradigmas. Y ello se debe a las computadoras. Hasta ahora los problemas de la física de Newton eran calculables mediante simples operaciones matemáticas. Los únicos problemas que se discutían eran el movimiento de los planetas en torno al sol, o el péndulo. Éramos completamente deterministas: “Sé que esto siempre ocurrirá así". Todo podía ser calculado. En torno a los años 60 se supo que las ecuaciones de Newton, sobre todo las que incluían términos no lineales, llevaban a soluciones o trayectorias de sistemas, lo que se llama hiperspace, que tiene más de 3 coordenadas.

A pesar de que formalmente eran deterministas, las soluciones que se daban eran muy sensibles a cualquier mínima variación de las condiciones exteriores. Es lo que a principios de siglo los pioneros de este cambio llamaban "el efecto mariposa": imaginemos que en una galaxia lejana hay una mariposa que cambia su dirección de vuelo. Se supone que un hecho tan mínimo no incide en la tierra. Pues hay fenómenos tan sensibles que sufren estas consecuencias. La física basada en ellos no es determinista, porque cualquier cosa hace cambiar el comportamiento del sistema. Lo que vale entonces es la descripción probabilística, muy semejante a la mecánica cuántica. El cambio de paradigma frente a la física newtoniana supone negar el estricto determinismo y en la mayoría de los casos reemplazarlo.

El determinismo no es lo mismo que la causalidad, que es más complicada. La causalidad actúa en la física porque el presente tiene una relación causal con el futuro, y también con el pasado. También desde el punto de vista filosófico el futuro y el pasado están determinados por el presente. Si conocemos el estado presente de un sistema, podemos en parte fijar, directamente o de modo probabilístico, el pasado y el futuro. La noción filosófica de causalidad es un asunto diferente, e incluye la física. Me remito a mi filósofo preferido, Aristóteles. Cualquier cambio de un ente tiene su causa en otro ente.

-Entre científicos no suele gozar de buena reputación la filosofía: se considera que un razonamiento filosófico tiene sólo la validez de una opinión, sin rigor de ciencia. ¿Por qué considera Vd. válido el conocimiento filosófico?

-Hoy la ciencia y la filosofía están separadas. Los filósofos han olvidado la necesidad de progresar más, y las ciencias han perdido de vista la necesidad de la filosofía. Los filósofos tienen pocos conocimientos científicos, porque es imposible combinar tantos conocimientos especializados. Es muy necesaria la colaboración entre ambas.

La ciencia está muy interesa en describir el universo en general y los objetos que puedan experimentarse en la química, la física, la biología, la psicología, etc. Pero en la ciencia se llega a un punto en el que no es posible la pregunta de por qué existe algo en vez de nada. Eso es una cuestión puramente filosófica. Si Dios existe es una cosa que no puede contestar la ciencia. La física nos lleva a la metafísica, que posee un grado de abstracción superior al de la física.

Tengo respeto al agnosticismo en los físicos. Pero cuando dicen que son agnósticos porque son científicos hacen una extrapolación. Pueden serlo, pero no partiendo de la física. Hay que ser ateos honestos. La física no da prueba negativa de Dios o de la realidad trascendente: no es su objeto. En general los físicos no son todos ateos o agnósticos. Quizá lo sea una mayoría. Pero hay que ser extremadamente delicado. Eso no es un resultado de la ciencia, depende de otros factores personales: el sufrimiento, la pobreza de un pueblo... Hay también físicos creyentes. Otros dicen que como punto de partida de sus estudios no admiten un Dios personal. Aun siendo grandes expertos, en ese caso hacen una aproximación infantil a la religión.

No creo que la filosofía sea apologética. También sucede cuando vemos que la extrapolación de la física en el terreno de la metafísica está en armonía con la física: es sólo una descripción, pero no la verdad completa; simplemente nos acercamos a ella, pues está más allá de la filosofía.

Y puede estar en armonía con la ciencia. Eso da cierta razón para decir que el punto de vista religioso es más lógico que su contrario. La metafísica no tiene porqué ser necesariamente para la investigación científica lo que es hoy día. No sé qué ocurrirá en el futuro, porque parecen verse ciertos indicios metafísicos u ontológicos en la física. Quizá dentro de veinte o treinta años la filosofía llegue a ser necesaria para la física.

-¿Son muchos los científicos a los que les preocupa el hecho religioso y su relación con la ciencia?

-Los físicos que van más allá de la física, como Heisenberg, pueden mantener una armonía con la ciencia mediante generalizaciones externas a ella. Ha llegado el momento en el que los físicos debemos ser filósofos profesionales: es la metafísica la que les permite afirmar la existencia de Dios. Sería un problema ingenuo asegurar que tenemos un creador, que le hemos captado en el inicio gracias a la teoría del "Big Bang".

Puede ser probable, pero no está probado. Soy un tanto escéptico acerca de la posibilidad de encontrarle en la física, aunque ya he dicho que está en declive la postura que separa la ciencia y la filosofía. Se trata de llegar a una nueva sabiduría combinada. No puedo usar el argumento de la causa primera sólo dentro de la física, sino la causalidad según la metafísica.

-¿Cuál es la actitud del Papa ante la ciencia y su progreso? ¿Podría hablarnos de sus encuentros en Castelgandolfo?

-Somos amigos desde 1952, cuando era vicario de Cracovia. Le invitábamos a esquiar. Durante estas excursiones con cinco o seis personas discutíamos de filosofía y de ciencia a lo largo de todo el día. El no dudaba ni de la religión ni de la filosofía. Él fue quien me enseñó las bases del aristotelismo y del tomismo. Decidí estudiar filosofía seriamente. Nos reunimos mucho durante esos años también en mi casa, cuando ya era cardenal. Hace ya veinte años que esas excursiones transformaron en cinco o seis reuniones anuales en mi casa de Cracovia. Cuando fue elegido Papa, le envié una carta felicitándole y mostrándole mi pena porque sería ya imposible seguir reuniéndonos. Pero él me contestó planteándome ir cada dos años a Castelgandolfo, en sus vacaciones, con un grupo de intelectuales. La mayoría éramos físicos.

En 1980 tuvo lugar la primer reunión y ahora son cada dos años Hemos celebrado ya la sexta. La gente va cambiando. Discutimos sobre filosofía y ciencia. Este año había biólogos y hablamos del problema del reduccionismo científico: si podemos proceder en la investigación observando cada vez partes más pequeñas, intentando alcanzar una comprensión global mediante un acercamiento supramicroscópico. La conclusión es que no se puede utilizar este enfoque reduccionista, porque nos da sólo una colección de partes. Es una simple descripción. En la ciencia estamos cada vez más sensibilizados ante la necesidad de hablar de los objetos como un todo y no sólo como partes. El reduccionismo ha tenido mucho éxito, no lo niego. A él le debemos la tecnología y la evolución de la física. Pero ha llegado el momento de pensar los objetos desde la metafísica, y verlos como entes sustanciales, como totalidades.

Organizo el programa de estas reuniones según los asistentes. Se los sugiero al Papa un año y medio antes. Hago llegar la propuesta a los participantes. Es algo muy general, que se puede cambiar, pero intento que se mantenga cierta unidad. Discutimos mucho las cuestiones antes de ir a Roma. El Papa en las cenas se explaya sobre lo que opina de las ciencias modernas. Atiende mucho a lo que le decimos. Su extensa formación filosófica le permite comprender la física desde el nivel metafísico. Es muy interesante. Una vez tuve una experiencia chocante: un colega presentó explicaciones muy herméticas, sin que se entendiese nada. Al día siguiente, en una excursión con el Papa, me explicó lo que ese hombre había querido decir, dejando de lado los términos científicos y usando el planteamiento hilemórfico Era absolutamente correcto: sus comentarios tan estrechamente relacionados con la física son muy estimulantes.

martes, 12 de junio de 2007

Radio ocultamiento satelital GPS y atmósfera

La idea de utilizar ocultamientos mutuos entre diferentes satélites para sondear la atmósfera e ionósfera terrestre, tiene su origen en un método utilizado hace algunas décadas para estudiar otros planetas. Los parámetros geofísicos actualmente obtenibles a partir de la interacción de la radiación electromagnética con la atmósfera terrestre, son diversos; por ejemplo, la temperatura, la densidad, la presión y la densidad eléctrónica. Desde 2001, miles de perfiles verticales de estas variables, distribuidos en todo nuestro planeta, son procesados a partir de ocultamientos de satélites de baja altura (LEOs) tanto sobre océanos como sobre continentes y bajo cualquier situación climática. Dicha información es utilizada en aplicaciones de monitoreo, análisis, investigación y predicción del clima. En esta charla describiremos los principios generales, las posibilidades de explotación, las propiedades y las limitaciones de los métodos de ocultamiento satelital entre satélites GPS y LEOs, a fin de lograr un mayor conocimiento de la atmósfera.

Dr Alejandro de la Torre

miércoles, 6 de junio de 2007

LOS CRUZADOS ATEOS DE LA CIENCIA

Richard Dawkins, en guerra contra la religión

Firmante: Phillip Elias

La convicción de que ciencia y religión son incompatibles nunca ha sido mayoritaria. Pero hoy un puñado de científicos han emprendido una particular cruzada atea publicando libros de divulgación con los que quieren sacar a la humanidad de la vana creencia en Dios. El más conocido es el profesor de Oxford Richard Dawkins, estudioso de la evolución, cuyo libro "The God Delusion", traducido ahora al castellano (1), ha alcanzado amplia difusión, y también bastantes críticas de otros colegas científicos.


Dawkins describe su libro como la culminación de su guerra contra la religión. Y aunque es un mamotreto de 480 páginas, es de lectura fácil, casi podríamos decir una lectura ligera. Hay poco que Dawkins no haya dicho antes.

Comienza exonerando a científicos como Einstein de cualquier sospecha de creencia religiosa y condenando el puesto privilegiado que a su juicio tiene la religión en la sociedad. También rechaza el agnosticismo, pues Dawkins cree que "la hipótesis Dios" puede ser abordada por la ciencia, y por lo tanto es empíricamente verificable. Dedica dos capítulos a desacreditar los argumentos a favor de la existencia de Dios. El primero trata de las cuatro primeras vías de Tomás de Aquino y el segundo lo dedica específicamente al argumento del diseño.

Dawkins se ocupa también de la religión en general. Especula sobre posibles motivos para dar razón de que la religión haya estado presente en todas las sociedades. Trata de explicar la moralidad humana utilizando el concepto darwinista de selección natural. En los siguientes capítulos pasa a la ofensiva: los preceptos religiosos son inmorales; las creencias religiosas han causado la mayoría de los problemas del mundo; y la educación de los niños en la fe es una forma de abuso de menores. En el capítulo final Dawkins explica su idea de cómo la ciencia puede ser para la humanidad esa fuente de inspiración que ha sido usurpada por la religión.

Muchas metáforas, pocos argumentos

Aunque trata de la religión, hay pocas referencias directas a textos de teología o filosofía. Cuanto más rico y reconocido es un argumento sobre la existencia de Dios, menos atención le dedica. Su estilo coloquial es claro, pero al precio de la superficialidad. Y es que Dawkins utiliza muchas metáforas, pero pocos argumentos. Prefiere arremeter con ataques indiscriminados: la gente no cree realmente en Dios, pues les entristece morir; el Dios del Antiguo Testamento es "celoso, mezquino, injusto, sanguinario..." (y sigue así durante varias líneas). La mayoría del libro se alimenta de anécdotas personales, burlas sobre fundamentalistas cristianos, terroristas islámicos y la piedad popular católica, junto a historias horribles sobre el fanatismo y la intolerancia religiosa.

Pero Dawkins ciertamente no ha pretendido escribir un trabajo académico. Después de todo, ocupa la cátedra Charles Simonyi para el Conocimiento Público de la Ciencia, y para Dawkins el "conocimiento público" significa dos cosas: popularidad y persuasión. La personalidad y la posición de Dawkins garantizaban que "The God Delusion" sería popular. Pero ¿es convincente?

El tipo de persuasión que Dawkins busca es una persuasión psicológica. Explícitamente dice que se propone hacer consciente al público de cuatro cosas: el poder de la selección natural como causa explicativa; la educación religiosa como una forma de abuso de menores; la posibilidad de ser feliz, equilibrado, ético e intelectualmente completo siendo ateo; y el "orgullo ateo" para contrarrestar la persecución contra los ateos. Dawkins quiere que la gente "atrapada por la religión" sea capaz de "salir del armario" y declarar su ateísmo.

En este sentido, el libro puede ser visto como una especie de guía de autoayuda para ateos.

Aunque Dawkins declara que el culto a la personalidad es altamente indeseable, su libro está plagado de anécdotas personales en las que él sale triunfador, comentarios joviales que ponen de relieve el ingenio colectivo de Dawkins y de los colegas que piensan como él. Se supone que el lector debe sentirse un privilegiado porque se le permita echar un vistazo a las sutiles mentes de esta elite. ¿Pero esto es convincente?

Lo que explica todo

La selección natural es una idea extremadamente poderosa y Dawkins es muy experto a la hora de utilizarla. Sin embargo, cuando la utiliza filosóficamente cae en la redundancia. Por ejemplo, en su modo de entender la moralidad. Dawkins sostiene que tenemos códigos morales porque en el pasado supusieron alguna ventaja selectiva en la evolución. ¿Y cómo sabemos que esos códigos morales conferían alguna ventaja en la selección natural? Porque los tenemos.

Así que tenemos la moral que teníamos que tener: una conclusión redundante y determinista. (Curiosamente, Dawkins "no está interesado" en la cuestión del libre albedrío). La misma conclusión inadecuada vale para su aplicación de la selección natural a Dios, la causalidad, la verdad, la existencia... La selección natural por sí misma no puede explicar el "porqué" de nada.

Otra de las convicciones que Dawkins quiere difundir –"no hay algo así como un niño cristiano"– simplemente manifiesta su prejuicio antirreligioso. Se pregunta por qué un niño con una etiqueta religiosa no es tan escandaloso como "un niño marxista" o como "un niño ateo". Pero ¿sería también indignante que hubiera un "niño inglés" o una "niña india" o un "niño judío"? En realidad, Dawkins disfraza su verdadero propósito –quitar la religión de cualquier identidad cultural– con una acusación emotiva de abuso de menores.

Un espantapájaros religioso

La crítica más repetida contra el libro de Dawkins es que desconoce a su enemigo (la religión), y que monta en su lugar un espantapájaros. Dawkins cree que la llamada "hipótesis Dios" –que "existe una inteligencia sobrehumana y sobrenatural, que deliberadamente diseñó y creó el universo y todo lo que existe en él, incluidos nosotros"– es científicamente comprobable. En el sentido moderno, ciencia es el estudio de la materia física o natural. Pero ¿cómo se puede comprobar una hipótesis que es, por definición, sobrenatural y metafísica?

En realidad, Dawkins no cree que la existencia de Dios sea comprobable. Pero no admitirá ninguna epistemología fuera de la ciencia. Para él, la realidad no material no existe, y por lo tanto Dios no existe. No es extraño que "no esté interesado" en el libre albedrío, o en la causa de que la materia exista. No cree que pueda salir la luz de cualquier cuestión filosófica, sea cual sea. Es un rancio positivista, lleno de prejuicios contra la metafísica.

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(1) Richard Dawkins. "El espejismo de Dios". Espasa-Calpe. Madrid (2007). 480 págs. 23,90 €. T.o.: "The God Delusion".

sábado, 2 de junio de 2007

Teoría de cuerdas en condensados de taquiones y agujeros negros

Gastón Giribet
Departamento de Física, FCEyN, UBA

Uno de los conceptos más profundos que emergen de la teoría de cuerdas es la sugestiva idea de que el espacio-tiempo, como tal, podría ser una mera propiedad emergente, una suerte de descripción efectiva de una entidad aún más fundamental. Esta idea descansa en las llamadas "simetrías de dualidad" de la teoría de cuerdas, las que enseñan que nociones tales como curvatura, topología y dimensionalidad pierden los roles preponderantes que parecen desempeñar en la física relativista.

En esta charla discutiremos un ejemplo concreto de estas simetrías de dualidad. El ejemplo que trataremos muestra que las cuerdas se comportan cerca de un agujero negro (que curva el espacio que lo circunda debido a su campo gravitatorio) de manera análoga a como éstas lo harían dentro de un condensado de taquiones (un fluido particular que inunda el espacio; espacio que ahora sería plano ya que no hay gravedad en este segundo caso).