Lanzamiento de naves orbitales lunares no tripuladas por parte de las tres potencias regionales: Japón, China e India. Pekín utiliza el proyecto para elevar el prestigio internacional del país y el patriotismo local. "China necesita demostrar que no sólo puede alcanzar logros económicos, sino también científicos.
Las ambiciones chinas y el auge de Asia en los albores del siglo XXI han impulsado la aventura del espacio en este continente, que en menos de un año va a ver el lanzamiento de naves orbitales lunares no tripuladas por parte de las tres potencias regionales: Japón, China e India. El plan de los tres proyectos es similar: realizar mapas de la superficie del satélite, analizar la composición del suelo e identificar las mejores localizaciones para el descenso de astronautas allá por 2020.
La misión japonesa 'Kaguya' tiene un presupuesto de 190 millones de euros Pekín lanzó el mes de octubre un cohete con la sonda lunar 'Chang'e'
Sus observaciones completarán la información adquirida por la nave Smart-1, de la Agencia Europa del Espacio (ESA), que estuvo en órbita lunar de 2004 a 2006.
También un par de misiones estadounidenses anteriores empezaron a cubrir el vacío de exploración científica lunar dejado por el programa Apolo, que llevó a 12 astronautas de la NASA al suelo del satélite entre 1969 y 1972. La meta a largo plazo de las potencias espaciales emergentes asiáticas, al igual que la de la NASA, es establecer bases permanentes en la Luna, como primer paso para la eventual exploración de Marte.
En Asia, la iniciativa de mayor magnitud es la de Tokio. El pasado 14 de septiembre, la Agencia de Exploración Aeroespacial de Japón (JAXA) lanzó un cohete con la sonda Kaguya. "El objetivo es comprender cómo se formó la Luna y cómo ha evolucionado hasta sus condiciones actuales. Con los datos que obtengamos, podremos decidir dónde situar una futura base y sabremos dónde están los recursos minerales o el agua congelada necesaria para su operación", explica Seiichi Sakamoto, científico de JAXA.
La nave japonesa investigará la geografía del satélite, la estructura del subsuelo hasta una profundidad de cinco kilómetros, su campo magnético y la gravedad. La misión, que durará un año, tiene un presupuesto de 190 millones de euros y está integrada por un módulo principal en órbita a cien kilómetros de altura sobre la superficie lunar, y dos pequeños satélites en órbitas elípticas.
El proyecto japonés se ha visto catalizado por el programa espacial de China, cuyo meteórico ascenso económico y político inquieta en Japón. Pekín envió el pasado 24 de octubre un cohete al espacio con la sonda automática Chang'e, que girará a 200 kilómetros de la superficie lunar. El coste de la misión, de un año, supera los 130 millones euros.
Chang'e hará un mapa tridimensional del satélite y analizará su superficie. Se trata del primer paso del proyecto lunar chino, que contempla el descenso de una sonda en 2012, la recogida de muestras en 2017, y la llegada de astronautas hacia 2020.
Para Pekín, el objetivo es múltiple: ocupar un lugar de liderazgo en la conquista del espacio, analizar la existencia de recursos minerales, impulsar el desarrollo tecnológico, y potenciar la industria de lanzamiento de satélites comerciales. Sin olvidar las potenciales aplicaciones militares del programa, que se encuentra bajo control del Ejército Popular de Liberación.
Para ello, va a construir una nueva generación de cohetes, Larga Marcha 5, con mayor capacidad de carga. Al mismo tiempo, Pekín utiliza el proyecto para elevar el prestigio internacional del país y el patriotismo local. "China necesita demostrar que no sólo puede alcanzar logros económicos, sino también científicos. A largo plazo, busca recursos minerales", dice Jianli Chen, del Centro de Investigación Espacial de la Universidad de Tejas (EE UU).
China se convirtió en 2003 en el tercer país en situar a un astronauta en órbita con sus propios medios de propulsión, después de la antigua URSS y EE UU. En 2005, colocó a dos, y en 2008 prevé enviar a tres y realizar su primer paseo espacial. "Pero no hay que olvidar que, tecnológicamente, China está aún muy por detrás de EE UU", dice Chen.
La otra gran potencia de Asia, India, lanzará su primera misión lunar en abril próximo. La nave Chandrayaan 1, que incluye instrumentos científicos de EE UU y de la ESA, se pondrán en órbita lunar a 100 kilómetros de altura. Corea del Sur, el último país asiático en sumarse a la exploración espacial, va a construir un centro de lanzamiento, desde donde enviará al espacio un satélite el año que viene. También prevé colocar un astronauta en órbita terrestre con un cohete construido conjuntamente con Rusia.
La carrera está en marcha. Y en Estados Unidos, que prepara una misión orbital lunar igualmente para 2008, preocupa. La NASA piensa realizar una misión tripulada a la Luna en 2020.
El Pais